Estamos en una época de balances, de parates y de evaluaciones. Un momento que muchos usamos para intentar entender donde estamos y por qué, para decidir donde vamos a intentar estar.
Mi círculo cercano está compuesto por personas a las que les va bastante bien, de distintas profesiones y orígenes, pero con algo en común: todos hacen cosas creativas y tangibles.
Las conversaciones en un momento dejaron de girar en torno a encarar proyectos cada vez más grandes, más ambiciosos o más rentables, para pasar a centrarse en las misiones, en las formas y en los propósitos.
Simon Sinek nos da el concepto de "círculo dorado" aplicado al marketing, pero cuanto más importante es incorporar eso a nuestros valores. A la vida misma.
Empezar a preocuparnos del porqué. De la razón tras las cosas que hacemos.
¿Alguna vez comer algo rico te hizo sonreír a pesar de estar triste? ¿Una ida a la peluquería te subió la autoestima? ¿Tuviste una buena cita porque fuiste a un lugar que estaba especialmente ambientado para charlar y te atendieron bien?
Quizás, estas cosas suenen como "bueno, pero eso es a lo que se dedican. Es un negocio" y está bien, es cierto. Para subsistir todo proyecto necesita dinero. Eso es solo una consecuencia de una serie de factores.
Sin embargo, existen personas que entienden que es necesario dejar algo de valor en la sociedad. Aportar cosas para que la vida sea más linda, independientemente si otros comparten estos valores e ideales o no. O si los entienden, siquiera.
Esto no es algo exclusivo de artistas o de personas que tienen negocios, ni nada. También lo hace quien pinta la fachada de su casa con un lindo color. Lo hace quien planta unas flores en la vereda. Lo hace quién te sonríe y desea buenos días en la calle sin razón.
Hay miles de ejemplos sobre como la amabilidad y la simpatía tienen un efecto positivo en la gente.
Este año decidí tomar muchísimo menos trabajo del que tomé en 2023, porque prioricé tener más tiempo libre para disfrutar de esto mismo en carne propia. También para estudiar, practicar y pulir muchas de las cosas en las que sentía que estaba un poco flojo o que había margen para mejorar. Creo que se notan las diferencias entre los trabajos que voy haciendo a medida que pasa el tiempo por esta misma razón: me gusta mucho lo que hago e intento hacerlo cada vez mejor y presionarme a ir más lejos. Me hace feliz.
Más allá de eso. Más allá de lo que es el aspecto profesional —que es algo meramente para mi mismo— creo en que el foco debe estar en lo que dejo para los demás.
Me gusta pensar que alguien tuvo un mejor día porque su bici se ve exactamente como se la imaginó. Porque a alguien le sacaron charla comentándote lo linda que está. Porque alguien se sintió especial y feliz porque le regalaron algo personalizado especialmente para ellos. Porque recuperé un objeto que hizo volver a la vida cotidiana de alguien a una persona que ya no está físicamente ahí.
Soy parte de todas esas cosas, así como también todas esas historias ahora forman parte de mi.
Mi deseo para el 2025 es que sin importar que sea lo que hagamos, a que nos dediquemos, o de donde vengamos, dejemos una parte linda nuestra en los demás. A fin de cuentas, no somos más que la suma de lo que damos y de lo que recibimos.
El mundo puede ser un poco mejor, si nosotros también lo somos.
Feliz fin de año y próspero año nuevo.
Guzmán.